Denise Dresser (*)

El gobierno de Claudia Sheinbaum dice que no debemos estar preocupados. Que la reforma a la Ley de Amparo no recorta derechos, solo “ordena” el sistema. Pero sí debería ser motivo de alarma una iniciativa al estilo “Totalmente Palacio”.

Pobrecito gobierno, tan asediado por ciudadanos abusivos, tan indefenso ante comunidades indígenas que defienden sus bosques, tan inerme frente a contribuyentes que reclaman por el SAT. Desvalido gobierno, que necesita limitar el amparo para protegerse de los malvados que lo usan “en exceso”.

La verdad es otra. Como advierte Santiago Aguirre en Nexos, la reforma no mata al amparo, pero sí lo reduce a su mínima expresión. Disfraza retrocesos como avances, oculta trampas en un lenguaje técnico, y termina por cercenar uno de los instrumen

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