“Es mejor prevenir que lamentar”. Por más trillada que parezca, dentro de su simpleza, este refrán alberga una gran verdad sobre la salud y la medicina a la que debemos prestarle atención. Desde hace 25 años, cada 29 de septiembre se inicia la Semana del Corazón. Esta conmemoración, impulsada por la Federación Mundial del Corazón con el apoyo de la OMS y la UNESCO, suelen enfocarse en la prevención y en los controles, dos necesidades fundamentales.
Sin embargo, no siempre se suele prestar tanta atención a la muerte súbita, que es la pérdida inesperada de la función cardíaca —también implica una disfunción respiratoria y cerebral— que ocurre repentinamente en una persona aparentemente sana. Cuando ocurre, la única posibilidad de salvar al paciente depende de dos factores: aplicar maniobras