
LAGOS, Nigeria (AP) — Tuvieron mucho que decir sobre los asuntos globales. ¿Pero sobre los asuntos complicados que suceden más cerca de casa? No tanto.
Al igual que sus homólogos de otros continentes, los líderes africanos subieron al podio de las Naciones Unidas la semana pasada para hablar ante la Asamblea General de la ONU sobre temas globales urgentes, como el cambio climático, la desigualdad y la propagación de conflictos.
Líderes africanos, como el vicepresidente nigeriano Kassim Shettima, el presidente senegalés Bassirou Faye y la presidenta namibia Netumbo Nandi-Ndaitwah, hablaron vehementemente sobre los conflictos globales y pidieron el fin de los ataques de Israel en Gaza.
“La gente de Palestina no es un daño colateral en una civilización que busca orden. Son seres humanos, iguales en valor, con derecho a las mismas libertades y dignidades que el resto de nosotros damos por sentadas”, afirmó Shettima la semana pasada.
Sin embargo, los analistas señalan que dos de los conflictos más complicados de África, los de Sudán y la República Democrática del Congo, en los que han muerto miles de personas y han llegado a un punto muerto, apenas fueron mencionados por los líderes africanos.
“Los países africanos han retrocedido hasta cierto punto en cuanto a querer colocar los temas africanos al frente de la agenda de la ONU”, comentó Chris Ogunmodede, un analista de asuntos africanos con experiencia en círculos diplomáticos del continente africano. “En las fechas más importantes del calendario de la ONU, no hay nada que decir sobre los temas africanos de manera sustantiva”.
La guerra en Sudán, la mayor crisis humanitaria del mundo, estalló a mediados de 2023 cuando un grupo paramilitar lanzó un ataque contra las fuerzas armadas del país centroafricano. Ambas facciones habían gobernado juntas durante años. El conflicto se convirtió rápidamente en una guerra civil en toda regla, que ahora ha dividido al país en dos y ha provocado la muerte de al menos 40.000 personas.
El ejército recuperó el control de la capital en un momento decisivo de la guerra y empujó al grupo rebelde Fuerzas de Apoyo Rápido principalmente hacia Darfur, la región occidental del país.
La ONU ha acusado a ambos bandos de atrocidades masivas y ha advertido sobre la hambruna en varias partes de Sudán, ya que ambos grupos han impuesto restricciones a la distribución de alimentos y ayuda mientras continúa la lucha. Un ataque con drones a principios de este mes provocó la muerte de al menos 70 personas en la asediada El-Fasher.
En enero, el grupo rebelde M23, respaldado por Ruanda, lanzó una serie de ataques en la región oriental del Congo y rápidamente tomó ciudades clave. Desde entonces, en el conflicto han muerto aproximadamente 7.000 personas, mientras que millones más han sido desplazadas o han quedado atrapadas en ciudades controladas por rebeldes.
Según la ONU, más de 100 grupos rebeldes luchan en la región oriental del Congo, rica en minerales. Una iniciativa de paz en Doha alcanzó un acuerdo entre el Congo y el grupo M23, pero la lucha se mantiene.
“Las menciones superficiales de la República Democrática del Congo y Sudán fueron una oportunidad perdida por parte de los líderes africanos para destacar realmente cuán pronunciadas se han vuelto las crisis humanitarias”, señaló Beverly Ochieng, analista de seguridad sénior de Control Risks.
De acuerdo con los analistas, los discursos en la Asamblea General demuestran la falta de interés de los líderes africanos en resolver estos conflictos. También reflejan problemas institucionales con las propias organizaciones multilaterales del continente, donde los líderes africanos están ausentes en las mesas de negociación.
“Vemos la realidad de las limitaciones de las instituciones y estados africanos, las limitaciones de su propia capacidad para manejar sus asuntos internacionales”, manifestó Ogunmodede.
Las negociaciones principales para los conflictos están encabezadas por potencias externas, algunas de las cuales han sido acusadas de formar parte de estos. Esta semana, al margen de la ONU, un grupo de líderes diplomáticos de Estados Unidos, Emiratos Árabes Unidos, Arabia Saudí y Egipto intensifican los esfuerzos para poner fin a la guerra en Sudán. Se espera que, en las próximas semanas, se firme un acuerdo de paz entre el Congo y Ruanda liderado por Washington.
Desde que estallaron ambas guerras, adquirieron rápidamente dinámicas geopolíticas complejas con varias potencias en competencia. La ONU dijo que Ruanda respalda al grupo rebelde M23 en el Congo, y el conflicto también ha afectado a países vecinos como Burundi y Uganda.
En marzo, las fuerzas armadas sudanesas presentaron un caso ante el máximo tribunal de la ONU contra los Emiratos Árabes Unidos, acusándolos de armar a su principal adversario y violar la convención sobre genocidio. Los Emiratos niegan las acusaciones.
“Los intereses externos tienen influencia, y eso obliga a los actores armados a tratar con mecanismos de paz que vienen de afuera”, señaló Ochieng. “En el caso de las instituciones africanas, éstas no tienen tanta influencia institucional ni la capacidad de proporcionar incentivos adicionales para iniciativas de paz y seguridad”.
___
Esta historia fue traducida del inglés por un editor de AP con la ayuda de una herramienta de inteligencia artificial generativa.