Esta semana cerramos el segundo periodo académico correspondiente al 2025 en la Universidad Arturo Michelena, institución donde he tenido la oportunidad de aventurarme en la docencia; trabajo por el que creo sentir una genuina vocación y que disfruto tanto como el ejercicio del periodismo.
Si bien es cierto que el tiempo que he pasado en las aulas —del otro lado, detrás del escritorio— ha sido relativamente breve, ya he podido confirmar varias de las ideas que escuché de mis profesores y que nunca había comprendido en su justa dimensión hasta ahora. Supongo que la variación de las perspectivas de acuerdo a las etapas de la vida es una regla infranqueable de la naturaleza humana.
Algunas certezas albergo: que los muchachos, en su esencia, siguen siendo muy parecidos a nosotros —y nosotros