En entrevista con Milagros Leiva en El Comercio del último domingo , el nuevo fiscal de la Nación, Tomás Gálvez , aparece al mismo tiempo tan caballeroso como perdido en el ejercicio pleno de sus funciones.

No perder los buenos modales no quiere decir que, graciosamente y por una cuestión de ingenua galantería, vaya a perder la fuerza de su poder. Y lo que es peor: que él vaya a terminar perdido, sin saber qué hacer de verdad.

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Resulta que Gálvez, más lleno de miedo que de prudencia en su interinato de seis meses, no quiere sentarse en el sillón de fiscal de la Nación, en el noveno piso de la sede institucional, y prefiere ha

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