Las estadísticas actuales muestran que los ojos azules están presentes en un 10% de la población mundial , lo que equivale a unos 150 millones de personas. Este rasgo se concentra especialmente en algunas regiones de Europa, donde su presencia resulta más visible que en el resto del planeta.

La singularidad de este color tiene una raíz genética bien identificada y sigue fascinando a investigadores de todo el mundo. Su distribución desigual y su rareza relativa se convierten en una puerta de entrada perfecta para comprender cómo la herencia y las migraciones han modelado las poblaciones humanas. Ese mismo interés es el que llevó a los científicos a analizar qué ocurrió en un periodo histórico concreto que parecía haber reducido drásticamente su frecuencia .

Los registros genéticos revelan una caída brusca durante la Roma imperial

El Imperio Romano representó un momento en que los ojos claros casi desaparecieron del mapa poblacional . Los análisis de ADN antiguo sitúan en un 22,2% la proporción de ojos azules en la Roma de la Edad de Hierro, en un 21,4% en la Roma medieval y en apenas un 4,2% durante el auge imperial . Este descenso se convirtió en uno de los hallazgos más llamativos de los últimos años, ya que apunta a un fenómeno único en la historia europea.

La explicación de este fenómeno se comprende mejor si se observa el papel de la genética. Davide Piffer explicó que dos genes vecinos en el cromosoma 15 son los protagonistas de la tonalidad azul: OCA2 , encargado de controlar la producción de melanina en el iris, y HERC2 , que actúa como regulador.

Los registros de ADN sitúan a la Roma imperial como una excepción histórica

Una mutación en el marcador rs12913832 altera esa dinámica y reduce la cantidad de pigmento, lo que genera iris azulados o verdosos. Este rastro permite reconstruir con cierta exactitud el color de ojos de poblaciones que vivieron miles de años atrás.

El propio Piffer analizó 4.133 genomas antiguos de un periodo de 44.000 años para rastrear esa huella genética. Gracias a ese trabajo confirmó las proporciones mencionadas para Roma y comparó las diferencias entre etapas. Así quedó demostrado que la frecuencia de los ojos azules se redujo drásticamente en la época imperial en contraste con lo que se observa en otros momentos históricos de la misma región.

Las migraciones y las preferencias sociales alteraron la herencia genética romana

Ese cambio tan acusado no se explica solo con porcentajes, sino también con el contexto social y las migraciones. Piffer apuntó que durante la hegemonía de Roma se valoraron de forma desproporcionada los rasgos más latinos, entre ellos los ojos oscuros . Más adelante, con la entrada de pueblos germánicos como longobardos y ostrogodos, volvió a aumentar la presencia de iris claros, lo que explica el repunte en la Roma medieval.

No obstante, el demógrafo Lyman Stone cuestionó que las conclusiones de Piffer fueran tan firmes. Tras revisar las mismas muestras, señaló que existen fallos de datación y problemas de contexto histórico . A su juicio, el verdadero factor que explica la caída de los ojos azules en Roma es el fuerte incremento de la inmigración hacia el área metropolitana de la capital , lo que habría reducido la proporción relativa de iris claros sin necesidad de atribuirlo a un cambio cultural.

Las migraciones y los cambios culturales alteraron la presencia de ojos claros en Roma

La comparación con otros pueblos añade aún más interés al debate. Los vikingos muestran un predominio absoluto de ojos azules , mientras que los pueblos esteparios sorprenden con iris oscuros en contra de lo que podría haberse esperado. Estos contrastes ayudan a comprender que la frecuencia de este rasgo varía mucho en función de la movilidad de los grupos humanos y de la mezcla de herencias genéticas.

La tecnología actual permite extraer conclusiones más afinadas que nunca, aunque la escasez de muestras sigue siendo un obstáculo evidente. La pregunta sobre por qué los romanos casi dejaron de tener ojos azules encuentra respuesta parcial en los genomas disponibles , pero sigue abierta en tanto que los vacíos de datos dejan margen para la duda.