
“Yo a final de mes sí que llego, pero cada 30 días es hacer una de malabares que ni te imaginas. Rezando para que no se me rompa ni un plato, porque cualquier cosa de estas me descuadra las cuentas”. Quien habla es Rosa, que ya trastea la aplicación de su banco para ver como se presenta la recta final de septiembre.
Ella es cajera de supermercado y tiene el sueldo congelado desde hace años. Gana exactamente lo mismo mientras su empresa, de la que no quiere hacer público el nombre, ha tenido beneficios que han superado los del año anterior en más de un 20%.
“Yo antes no es que fuera rica ni nada, pero podía ir más tranquila. Obviamente, no me llegaba para irme al Caribe de vacaciones, pero sí podía pagar bien el alquiler, y me daba para algún capricho. Pero ahora nada”, resume Rosa, quien hecha la vista hacia atrás y confirma que la cosa “sólo ha hecho que empeorar”. Piensa en su madre, con la que compartía profesión, y que con menos de 30 pudo comprarse una casa en un barrio de Barcelona que Rosa, que sigue de alquiler, no puede permitirse.
Su situación no ha sido nunca “demasiado holgada”, pero empezó a empeorar cuando la inflación comenzó a ocupar titulares. Desde entonces, en 2021, los trabajadores catalanes han perdido una media de 4,1% de su poder adquisitivo. A todo ello, hay que sumar el incremento del precio de la vivienda, que ha aumentado un 37,4% en el caso del alquiler y un 10,4% en el caso de la compra.
Estas cifras contrastan con las de los beneficios empresariales, que no han dejado de crecer en los últimos años. De hecho, el 76% de los apartados de actividad han incrementado márgenes, mientras que los sueldos han bajado en el 90% de los casos. “En la pugna distributiva entre capital y trabajo, las empresas han ganado terreno”, tal como apunta un informe de la CGT, que ha comparado la evolución de los salarios con la de los márgenes por sector.
Los trabajadores que salen más mal parados son los de las telecomunicaciones, con sueldos un 8,8% más bajos, pero ganancias empresariales del 27%. En el caso de los transportistas, cobran un 3,4% menos, mientras los márgenes han subido un 19%. También destacan los supermercados, que han aumentado beneficios en un 4%, pero sus trabajadores cobran salarios reales un 5% más bajos.
“A pesar de la inestabilidad internacional, la economía española y catalana están experimentando un gran crecimiento. Pero este se ha dado paralelamente a un proceso inflacionista que ha erosionado los salarios de los trabajadores y, a su turno, ha inflado los beneficios de las empresas”, resumen desde la CGT.
El informe analiza tanto el Valor Añadido Bruto (VAB), que es el valor añadido generado en la producción, y el RBE (Resultado Bruto de Explotación), que es la parte del valor añadido que la empresa se queda una vez ha pagado salarios.
Este es el factor al que se debe mirar para entender bien el estado de la cuestión y, según datos recogidos de la Agencia Tributaria, hasta antes de la pandemia, el RBE y el VAB crecían de manera paralela. Pero desde 2021 y con la llegada de la inflación, el RBE ha tenido un incremento mayor. Sólo en los últimos cinco años ha sido del 50,5%. “La pérdida del poder adquisitivo de la clase trabajadora sostiene parcialmente el aumento de los beneficios empresariales”, sostienen desde el sindicato.
Destacan también que los únicos sectores en los que prácticamente se han recuperado (o casi) el poder adquisitivo perdido es en el comercio (+0,3) o la hostelería (-0,3%). En este sentido, si bien las causas pueden ser múltiples, desde la CGT apuntan a que los sectores que tienen peores salarios y peores condiciones laborales, han tendido a perder, paradójicamente, menos poder adquisitivo. La razón es que son sectores en los que el Salario Mínimo tiene mucho peso y esos sueldos sí han ido aumentando en los últimos años.
Desde el sindicato apuntan que uno de los peligros de esta pérdida del poder adquisitivo no responde, directa y visiblemente, a una modificación de las condiciones laborales decida por la empresa. “La inflación produce una devaluación salarial silenciosa que no se enfrenta a una oposición tan inmediata y firme de los trabajadores”, explican.
Añaden que, además, el rápido crecimiento de la ocupación “nivela y favorece el poder de negociación de trabajo” y, en este sentido, recogen el guante lanzado por los datos y aseguran que “corresponde a los sindicatos y a las trabajadoras organizadas aprovechar la situación y revertirla”.