En vísperas del segundo aniversario del 7 de octubre y 68.000 muertos más tarde, la Casa Blanca escenificó el lunes un esperanzador plan para poner fin a la guerra de Gaza. Con todas las cautelas y precauciones debidas, la propuesta conjunta de Donald Trump y Beniamin Netanyahu supone una oportunidad razonable para frenar la matanza, algo que vienen exigiendo los ciudadanos de medio mundo, y de encauzar el futuro de Gaza y sus habitantes en unos términos ambivalentes. Y lo cierto es que con esta iniciativa, el primer ministro de Israel consigue de la mano del presidente de EE.UU. aquello que tanto reclamaba a los gobiernos y ciudadanos que le criticaban: poner el foco en Hamas y exponer sus contradicciones que tanta sangre han costado a los palestinos.
El plan de paz consta de veinte punt