Por José Oquendo
En Long Island, lejos de los reflectores de Broadway, florece un nombre traído del Caribe: Yerbabruja. Como la planta nativa que resiste en terrenos difíciles, el Teatro Experimental Yerbabruja, fundado por Margarita Espada, se ha convertido en una semilla cultural que crece, se adapta y abre caminos en la vida comunitaria.
Desde sus inicios en Puerto Rico en la década de los ochenta hasta su renacer en Long Island en 2004, la organización ha demostrado que el arte no solo entretiene, sino que también sana, transforma y da sentido de pertenencia. Hoy, Yerbabruja es refugio para jóvenes inmigrantes, espacio de experimentación para artistas emergentes y galería abierta a la comunidad.
Una voz forjada en la comunidad
Margarita Espada se formó académicamente en teatro en P