En los pasillos fríos y estériles de los centros de detención de ICE, el eco del sufrimiento resuena con una intensidad desgarradora. Dieciséis vidas humanas se han extinguido desde enero en esos lugares, 17 si se cuenta al detenido que murió en la cárcel de Nassau, bajo la custodia de ICE, mientras las familias de los detenidos claman desesperadamente por respuestas que nunca llegan.

Redacción LTH

La más reciente víctima de esta tragedia sistemática fue Ismael Ayala Uribe, un mexicano de 39 años que alguna vez fue un «Dreamer» —uno de esos jóvenes que llegaron siendo niños con la esperanza de una vida mejor—. Su muerte en el centro de detención de Adelanto, California, el lunes 22 de septiembre, se suma a una lista que crece implacablemente, convirtiendo cada día en una lotería macabra

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