La vida en Culiacán , Sinaloa, transcurre bajo la sombra de la violencia. Desde hace más de un año, los habitantes de la capital sinaloense conviven con balaceras, ejecuciones, robos y asaltos.

El miedo se ha vuelto parte de la rutina, mientras los grupos criminales ejercen un control que los ciudadanos identifican como el reflejo de la ausencia del Estado.

Las escuelas se han visto obligadas a adaptar su cotidianidad a esta realidad. En la primaria estatal Sócrates , ubicada en pleno centro de la ciudad, alumnos y maestros realizan simulacros para sobrevivir a una balacera.

Los habitantes también perciben una distancia entre la narrativa oficial y la realidad en las calles. Mientras los gobiernos estatal y federal presumen una reducción en los índices delictivos , organizacione

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