Abelardo de la Espriella, por su déspota actitud, parece un candidato al que no se le puede cuestionar. No obstante, se le olvida que quienes se encuentran en la contienda electoral, así sean de derecha o izquierda, se enfrentan a un duro escrutinio público. Por tanto, así como hay candidatos rectos, con manos limpias, también hay otros que, por conveniencia, buscan desviar la opinión pública de su cuestionable pasado y ocultarse de aquellas verdades incómodas que le pueden jugar en contra de sus intereses personales: ser presidente de la República; que ya tiene suficiente de presidentes amigos de corruptos y bandidos.

Así alimente a sus costosas y hambrientas bodegas de gallardía y una supuesta intachable rectitud, las cosas con De la Espriella no son como parecen. Aunque hoy se vista de

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