La etóloga británica Jane Goodall ha fallecido a los 91 años, en California y por “causas naturales”, según confirmó el Instituto Jane Goodall en un comunicado en redes sociales. Goodall fue un personaje profundamente influyente en los movimientos ecologistas y animalistas del siglo XX.

La naturalista fue una referencia ética y a menudo terció en los grandes debates morales del siglo XX. Este mismo año se refirió por ejemplo al genocidio en Gaza, del que dijo que la mantenía despierta por las noches, al igual que otros conflictos como la guerra en Ucrania o la crisis humanitaria en Sudán.

Desde el Instituto Jane Goodall han destacado que “sus descubrimientos como etóloga revolucionaron la ciencia, y ella fue una incansable defensora de la protección y la restauración de nuestro mundo natural”.

Dedicó su vida a conocer, proteger y dar voz a los grandes simios. Con una mezcla rara de rigor científico y profunda empatía, transformó la primatología: demostró que los chimpancés usan herramientas, estableció vínculos íntimos con sus sujetos de estudio y rechazó lecturas simplistas que separan al ser humano del resto de los animales.

En su primera misión científica, siendo veinteañera, se integró entre los simios junto a otras dos primatólogas –Dian Fossey ( Gorilas en la niebla ) y Biruté Galdikas– le permitió realizar numerosos descubrimientos. Cuando los animales se habituaron a su presencia, e incluso se permitían el lujo de saquear su campamento, le dieron también la mejor recompensa. Goodall descubrió que los chimpancés comían carne (hasta entonces se pensaba que eran veganos), que usaban palos para introducirlos en agujeros y atrapar termitas y –lo más importante– que eran incluso capaces de fabricarlos arrancándoles las hojas.

Este último hallazgo la convirtió en un fenómeno mediático, a la vez que despertó la suspicacia de gran parte de la comunidad científica. “Ahora deberemos redefinir las palabras hombre y herramienta, o aceptar a los chimpancés como humanos”, le dijo su maestro, el profesor Leakey. Hasta ese momento se pensaba que la fabricación de útiles era un rasgo definitorio de nuestra especie.

Jane Goodall y Barba Gris

Desde el primer momento, debido a su amor extremo por esta especie, la etóloga (estudió la carrera después de su primer viaje al parque nacional de Gombe Stream) le puso nombre a cada uno de los ejemplares de su estudio. Esta referencia fue clave para introducirse entre ellos y descubrir que son animales extremadamente sociales, que dedican gran parte del día a acicalarse, que forman bandas organizadas para robar o atacar, y que tienen una dependencia maternal muy similar a la de los humanos.

“Esa personificación no fue bien recibida en Cambridge, donde la atribución de emociones e individualidad a los animales no humanos no se consideraba etología, sino antropomorfismo”, explicaron en National Geographic cuando estrenaron el documental 'Jane', en 2018. Pero Goodall, de nuevo, desafió los preceptos y convirtió su técnica en una escuela y su campamento en el Centro de Investigación del Río Gombe (GSRC por sus siglas en inglés).

Pero no todos los descubrimientos de esta época estuvieron marcados por la paz y la prosperidad entre la comunidad simiesca de Gombe y los humanos. Tras la guerra de los Cuatro Años, un periodo violento y oscuro para Jane Goodall, ella también tuvo que replantearse algunas de sus teorías.

“Cuando llegué, pensaba que los chimpancés eran más amables que nosotros. Pero el tiempo me ha demostrado lo contrario. Pueden ser igual de horribles”, escribió Jane en uno de sus libros. La científica observó que las luchas entre los machos alfa se saldaban con violencia física y una mezcla de maniobras políticas, y que las hembras podían llegar a matar a los bebés de la comunidad rival.

Nada de esto le hizo perder su pasión por esta especie y parte de su familia. Al revés, le hizo consciente de que los avances cognitivos del ser humano debían ponerse al servicio del resto de habitantes del planeta y no al contrario, como está ocurriendo. Desde entonces, la figura de Jane Goodall se asocia al activismo medioambiental, que ejerce predicando su ejemplo por cada rincón del mundo.

Su trabajo en el parque nacional de Gombe redefinió los métodos etnográficos en biología y abrió la puerta a investigaciones que integran comportamiento, ecología y conservación. Goodall no solo aportó datos pioneros sobre sociabilidad, comunicación y cultura en chimpancés, sino que enseñó a generaciones de científicos y activistas a observar con paciencia, respeto y humildad. Fue una comunicadora excepcional: escribió libros accesibles que llevaron la ciencia al gran público, participó en documentales y conferencias y supo convertir datos en narrativas que conmueven e inspiran.

En 2022 concedió una entrevista a elDiario.es , en la que se mostró esperanzada por la acción de los jóvenes y la innovación tecnológica, y aconsejó a los periodistas contar también historias positivas. Tuvo incluso unas palabras para Greta Thunberg, aunque dejó claro que el tono de la activista sueca no es su estilo. “Yo creo que la rabia está bien, pero debemos canalizar esa rabia hacia cambiar el mundo. Creo que necesitamos a gente como Greta, pero no es mi estilo… Creo que el cambio de la gente debe ser desde su interior. Y estar enfadados y acusando a la gente no necesariamente la cambiará en su fuero interno”, dijo. “Pero estamos en una situación tan grave que pienso que probablemente necesitemos ambos estilos. Y no hay duda de que Greta ha concienciado a la gente”.

Jane Goodall plasmó su trabajo en numerosos libros y documentales que combinan observación científica con narración íntima; entre sus obras destacan relatos de campo como In the Shadow of Man y Through a Window que describen el comportamiento de los chimpancés y los cambios ecológicos en Gombe, además de textos divulgativos y programas educativos dirigidos al gran público. Sus documentales y apariciones en filmaciones de campo mostraron con imágenes directas el uso de herramientas, las redes sociales y las emociones de los chimpancés, impulsando campañas audiovisuales del Jane Goodall Institute y proyectos como Roots & Shoots que llevaron su mensaje de conservación a audiencias internacionales.

Organizaciones como las Naciones Unidas han trasladado su pésame por la pérdida. “La científica, conservacionista y Mensajera de la Paz de la ONU trabajó incansablemente por nuestro planeta y todos sus habitantes, dejando un legado extraordinario para la humanidad y la naturaleza”, ha publicado la ONU en su cuenta de X.