En las montañas de Muzo , donde por décadas los hombres que sacaban esmeraldas de las montañas devastaron la tierra y arrasando también con los ríos que rodean las minas, algo está cambiando. Hoy no se trata solo de extraer esmeraldas, sino de hacerlo con una conciencia distinta, casi inédita en la historia de la minería en Colombia. Una que entiende que el verdadero tesoro no solo está enterrado entre aquellas tierras, sino también en el agua que corre limpia, en los árboles que vuelven a crecer y en un pueblo que empieza a ver que se puede hacer minería sin arrasar con todo a su paso.

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Detrás de este giro hay una estrategia ambiental en marcha, tan rigurosa como silenciosa, que

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