LA FINALIZACIÓN del tramo de la autovía Huesca-Siétamo de la A-22, que une la capital oscense con Lérida, y a su vez enlaza con la A-23, supuso ayer un hito en las infraestructuras de la provincia, que permite una conexión más directa con el Cantábrico y el Mediterráneo pero, sobre todo, mejora la seguridad y los tiempos de viaje de los muchos desplazamientos diarios de los altoaragoneses. ¡Por fin! fue quizá una de las expresiones más escuchadas por la importancia del trazado y el retraso acumulado en una obra que se ha prolongado siete años.

Pero no es la única que acumula retrasos, porque todavía quedan tramos de las autovías del Pirineo incompletos. El ministro anunció que en pocos meses se estrenaría la variante de Sabiñánigo (A-23) y que se licitarían antes de fin de año la de Jaca

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