Resulta asombrosa la candidez de los que se sorprenden ahora del rumbo totalitario del régimen sanchista mientras da las que podrían ser sus últimas bocanadas. Desde los primeros momentos de la pandemia de Covid-19, el Gobierno ya ofreció sobradas muestras de su apetencia por concentrar los poderes del Estado fagocitando a todos los demás, y por intentar controlar incluso coactivamente la vida ciudadana bajo una ideología social que no es otra más que la que conviene en cada momento al partido dominante y a sus satélites. Mientras el virus causaba estragos, el aparato socialcomunista manipuló el lenguaje –«saldremos más fuertes», «no dejaremos a nadie atrás», «ya habrá tiempo de dirimir responsabilidades»–, retorció el marketing y difundió falsa propaganda –¿se acuerdan de la cacareada vac

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