Para que la soja vuelva a crecer en rinde, el manejo debe correrse de la inercia defensiva y asumir una estrategia ofensiva con decisiones concretas: diagnóstico de suelos antes de sembrar; mayor ingreso al lote para anticipar estreses bióticos ; fortalecimiento radicular temprano para explorar más volumen; y una nutrición que acompañe hasta el final del ciclo.
El cuadro de partida es nítido: rendimientos estancados, deterioro físico y químico del suelo y un rezago en prácticas clave como el tratamiento de semillas . Sin mediciones confiables, ajustar fecha, densidad y grupo de madurez es, en la práctica, navegar a ciegas.
Estas definiciones se ordenaron días atrás en el Panel Agronómico “De una agricultura defensiva a una ofensiva” , realizado durante el Seminario an