La agenda mediática y política se concentra en estas horas en la evolución del tipo de cambio y las cotizaciones de acciones, títulos o bonos, escamoteando el problema de ingresos populares deteriorados por las políticas de austeridad, del ajuste fiscal, la motosierra y la licuadora.

Por eso, más allá de la volatilidad cambiaria, la acumulación de reservas y el crecimiento del endeudamiento público, el problema es la “economía real”, es decir, la producción y circulación de bienes y servicios, y en consecuencia el empleo y la seguridad social.

Las tendencias recesivas son propias del circuito económico en el que actúa la mayoría de la población. El crecimiento solo se registra en sectores asociados al intercambio mundial (agro, energía, minería) y a la especulación, lo que se resume

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