La manera en que se concibe el éxito profesional está cambiando. Para las generaciones anteriores, alcanzar cargos directivos, aceptar largas jornadas y priorizar el trabajo por encima de lo personal era la ruta lógica para crecer. Sin embargo, la generación Z ha introducido una mirada distinta: se trata de encontrar un equilibrio que no sacrifique la vida personal en nombre de la productividad.
Ese cambio cultural tiene un nombre, muchos lo han denominado como minimalismo profesional . Bajo esta tendencia, los jóvenes cumplen con lo estipulado en sus contratos laborales, pero rechazan la idea de que su desarrollo deba depender de ascensos con responsabilidades extras y sin garantías de mejores condiciones. La prioridad está en mantener la estabilidad económica, al mismo tiempo que