En el mundo de las finanzas, las OPA hostiles suelen narrarse como la gran historia del pez grande que, aburrido de nadar solo, decide comerse al pez chico y lo que no pueda digerir lo expulsa y, en este caso, la resistencia del Sabadell a la oferta del BBVA tiene más de novela costumbrista que de épica empresarial. Porque no estamos ante un rechazo irracional sino más bien la defensa, casi quijotesca, de un equipo directivo que prefiere no convertirse en apéndice de un banco que, aunque más voluminoso, no necesariamente sea más querido.

El BBVA, con ese aire de hermano mayor, insiste en que la operación tiene todo el sentido financiero por el mayor tamaño, sinergias y rentabilidad, donde todos los números le dan la razón, pero no debemos olvidar que la banca, aunque cada vez sea más digi

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