Por Azucena Olvera

Museo de Historia Natural y Cultura Ambiental*

Cada año, el Bosque de Chapultepec se convierte en un refugio temporal para miles de aves migratorias que recorren enormes distancias en busca de climas más benignos y ecosistemas ricos en alimento. Este fenómeno, que ha ocurrido desde antes de que el ser humano tuviera presencia en el valle de Anáhuac, es un testimonio vivo de la resistencia y adaptación de la naturaleza, pero también una oportunidad invaluable para la educación ambiental y el fortalecimiento de la conciencia ecológica en una ciudad que, a menudo, parece ajena a su biodiversidad.

Las aves que visitan Chapultepec provienen principalmente de regiones de Norteamérica, huyendo del crudo invierno y encontrando en este refugio arbolado un lugar propicio para d

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