La economía del futuro, impulsada por la inteligencia artificial, se proyecta sobre cifras de auténtico vértigo. El mercado de la IA podría alcanzar un valor de 4,8 billones de dólares para 2033, mientras que la construcción de centros de datos necesarios para sostenerla requerirá una inversión global de 6,7 billones de aquí a 2030.

Sin embargo, este coloso tecnológico se apoya en unos cimientos inesperadamente frágiles: la escasez de profesionales cualificados para levantarlo. La paradoja es que la mayor revolución digital depende, en última instancia, de una dependencia de los oficios tradicionales .

De hecho, la voz de alarma ha llegado desde un sector aparentemente ajeno a la vanguardia digital. Ha sido Jim Farley, el consejero delegado de Ford, quien ha puesto el foco en la lla

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