"Sólo queda silencio tras cada paso,
tras cada palabra…
Y la mirada absorta,
en la levedad de la última sonrisa compartida”
Conocí a Guillermo Fernández Vara en Olivenza a finales de la década de los ochenta del siglo pasado de la mano de su querido amigo y compadre Eduardo Sánchez , con quien, a buen seguro hoy, reencontrado nuevamente en ese “más allá” indeterminado al que todos llegaremos, andará ya departiendo nuevas peripecias y chascarrillos del mundo futbolero, de la cotidianidad oliventina y algo de politiqueo, siempre con predominio de la risa ancha, el cariño y el buen humor.
Alguna que otra cerveza y conversación “a del Fofo, los Amigos o a del Cachola”, mantuvimos entonces, pero impensable que años después el forense y el maestro , su actividad política y mi actividad