Casi una década después de haber iniciado su carrera como contadora forense, Lisa Reich entró en una agencia de viajes local con la esperanza de reservar unas vacaciones. Tras una breve charla, la agencia le ofreció un puesto como contratista independiente, una oportunidad que aceptó con entusiasmo, al sentirse ya desencantada de su estresante día a día.

En 2021, Reich había iniciado su propia agencia y le dijo a Bloomberg que sus ventas anuales estaban entre los 3 y los 3,5 millones de dólares. “Trabajo la mitad de las horas y gano el cuádruple de mi salario”, afirma.

Reich forma parte de un número creciente de trabajadores de cuello blanco que abandonan campos como las finanzas y el derecho para convertirse en asesores de viajes. El número de personas que se anuncian en LinkedIn como a

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