El zurdo, dos veces ganador del Cy Young, mantuvo en vilo a los filis con un despliegue de pitcheo que parecía sacado de un manual: "No le regalé nada. Sabía que cada lanzamiento podía definir esta serie" , confesaría después del partido. Seis entradas, un hit permitido y nueve ponches. Una máquina.

Pero el drama, como siempre en octubre, llegó en el noveno inning. Con Los Dodgers arriba 4-1, Nick Castellanos desató el caos con un doblete de dos carreras que hizo temblar las gradas. 45 mil gargantas gritaban revancha cuando Bryson Stott intentó avanzar al corredor con un toque suicida. Lo que siguió fue pura coreografía defensiva: Max Muncy giró como trompo, Mookie Betts apareció como fantasma en segunda base y el out que apagó la rebelión quedó registrado en alta definición

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