Al final de la Avenida Palestina, en el campamento de Yarmouk , el silencio es elocuente. No hay nada ni nadie. Sin embargo, es posible escuchar cientos de sonidos atronadores. Se oyen en los esqueletos de los edificios convertidos en escombros por las explosiones. Se intuyen en cada uno de los balazos de distinto calibre que marcan cada una de las fachadas que siguen en pie. Yarmouk, el vibrante barrio damasceno base de la diáspora palestina en Siria , es hoy un lugar arrasado que se antoja imposible para la vida aunque aquí habiten algunos miles de personas en una precariedad más que absoluta.

"El régimen de Bashar Al Asad hizo cenizas este lugar como ahora está haciendo Israel en Gaza", apunta Khaled Al Ali, de 32 años, mientras enseña lo que fue su casa. "Putin y Bashar no dejar

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