En 1981, Bruce Springsteen acababa de alcanzar un enorme éxito con «The River» y llamaba a la puerta del estrellato . Todavía podía caminar tranquilo por las calles de New Jersey y tocar con sus amigos en The Stone Pony, un club nocturno donde el escenario ni siquiera tenía vallas que le separasen del público, pero las expectativas comenzaban a asfixiarle. Algo no iba bien dentro del Boss, estaba a punto de romperse y nadie era capaz de verlo, ni el propio músico, que huía hacia ninguna parte de su pasado, del peso de un padre disfuncional y de la fama, con la que tardó en aprender a lidiar. Ansioso y agotado, buscó una casa alejada de todo y, con una guitarra y una grabadora doméstica, compuso y grabó «Nebraska», un trabajo monumental que estuvo a punto de llevárselo por delante, un c
Bruce Springsteen: asesinos, malas tierras y un trauma infantil

68