Cuando perdemos o nos dejamos por cualquier casual el teléfono móvil en casa al salir deprisa, cambiar el bolso o de mochila una preocupación se ciñe sobre el propietario, una sensación de vacío inmediato, como si una parte de sí hubiera quedado atrás. La ausencia del dispositivo produce una inquietud que no se explica solo por la pérdida funcional de un medio de comunicación, sino por la interrupción de un vínculo simbiótico entre cuerpo, memoria y tecnología. El teléfono móvil almacena mensajes, imágenes, itinerarios y claves que constituyen la trama práctica y afectiva de la vida cotidiana. ¿Cómo un objeto tan pequeño ha cambiado tanto nuestras vidas? El teléfono móvil, heredero directo del telégrafo del siglo XIX y del teléfono fijo inventado por Alexander Graham Bell en 1876, se desar
El teléfono móvil, anatomía de una dependencia contemporánea

138