Bajo el sol abrasador de la Franja de Gaza, un grupo de adolescentes se alinea en un polvoriento patio. No están jugando al fútbol ni corriendo libres como cabría esperar en un campamento de verano. En cambio, sostienen rifles de madera, escuchan atentos a un instructor que les habla de resistencia y martirio.
En sus rostros, una mezcla de curiosidad y fervor. Aquí, en los campamentos patrocinados por Hamás y la Yihad Islámica, la infancia se desvanece entre cánticos que glorifican la lucha contra Israel.
Caminar por las calles de Gaza o los territorios de la Autoridad Palestina es adentrarse en un mundo donde el odio se respira desde la cuna. Los niños crecen rodeados de carteles que ensalzan a los shahids, mártires que ofrendaron sus vidas por la causa palestina.
En las escuelas, los