Se ha localizado a 45 víctimas, entre ellas tres menores de 12, 15 y 17 años, que trabajaban en fincas agrícolas en condiciones infrahumanas. Las víctimas vivían hacinadas en habitaciones sin ventilación, sin higiene y en algunos casos encerradas con candado. En uno de los registros se halló a un matrimonio encerrado en una habitación con un colchón y una manta en el suelo como único mobiliario.
Los trabajadores, de origen marroquí, eran captados en distintas zonas de España y trasladados a La Rioja, donde les prometían regularizar su situación. Sin embargo, carecían de contrato, trabajaban jornadas enteras y muchos apenas recibían salario o cobraban cantidades simbólicas.
Además de las condiciones laborales, sufrían abusos económicos: debían pagar hasta 150 euros por una cama compartida