Los ‘tories’, que se han seguido hundiendo tras el peor resultado electoral de su historia mientras asciende la extrema derecha, defienden salirse del Convenio Europeo de Derechos Humanos, anular la legislación contra el cambio climático y dar a los políticos el control de los jueces
Keir Starmer: “Hemos confiado demasiado en la globalización”
En uno de los momentos más bizarros del congreso del Partido Conservador esta semana, el principal aspirante a suceder a la líder del grupo en crisis sacó una peluca grisácea de una caja en el escenario. Robert Jenrick, portavoz de Justicia y paladín del ala más derechista de los tories, mostró el accesorio que se ponen los jueces en el Reino Unido mientras criticaba a los que sentencian a favor de los refugiados.
La crítica a los jueces descritos como “activistas” y la propuesta de que el Gobierno nombre a los jueces y el Ministerio de Justicia dé instrucciones sobre las sentencias recuerdan a la retórica y las políticas de Donald Trump, cuya senda intentan ahora seguir los desesperados tories.
La líder del partido, Kemi Badenoch, más moderada que Jenrick, propone ahora crear una fuerza migratoria similar a la de Estados Unidos (ICE) para registrar lugares de trabajo y detener a migrantes en las calles de manera más agresiva. También quiere anular la legislación contra el cambio climático que diseñó el Gobierno del conservador David Cameron y que habían apoyado hasta ahora todos los gobiernos de su partido.
La imitación de las políticas y la retórica de Estados Unidos es especialmente llamativa dada la impopularidad de Trump y su vicepresidente JD Vance en el Reino Unido, y las notables diferencias de sistema político y tradiciones sociales entre ambos países. Pero la conexión de los mensajes públicos parece estar haciendo mella.
“Esto tiene que ver con que demasiados diputados tories pasan ahora demasiado tiempo en particular en X, que cada vez se vuelve más extremo, y de ahí también su retórica y la creencia equivocada de que lo que funciona allí funcionará aquí”, explica a elDiario.es Tim Bale, profesor de Políticas del college Queen Mary de la Universidad de Londres y autor de un libro sobre el Partido Conservador después del Brexit. “Esto es una aceleración de la tendencia de fondo, tal vez amplificada por el Brexit, de que los conservadores le prestan más atención y toman más inspiración de Estados Unidos, y hasta cierto punto de Australia, que de Europa continental”.
La posición cada vez más precaria de los conservadores en las encuestas mientras asciende la extrema derecha de Nigel Farage también es un factor. El Partido Conservador, el que más tiempo ha gobernado en el Reino Unido y uno de los partidos más antiguos del mundo, lucha ahora por su supervivencia.
“Están ahora completamente desesperados: miran a Trump y piensan, ‘si puede funcionar para ellos, tal vez también pueda funcionar para nosotros'”, explica Bale. “Se trata de una manifestación de su debilidad y de su sesgo histórico hacia la esfera anglosajona”.
Inmigrantes, impuestos y baches
En su discurso de este miércoles en el congreso anual del partido, celebrado este año en Manchester, Kemi Badenoch defendió la salida del Convenio Europeo de Derechos Humanos —de la que su país es ideólogo y creador—, una posición que no mantenía hasta ahora y que la había diferenciado de sus rivales más a la derecha. También insistió en que la economía británica no puede ser “adicta a la inmigración” para crecer, un mensaje que también repite ahora el Partido Laborista.
La líder del Partido Conservador culpó a los inmigrantes del deterioro de los servicios públicos. Incluso citó los baches, que los ayuntamientos no alcanzan a arreglar por años de recortes públicos y falta de mano de obra tras el Brexit. Pero Badenoch presumió como logros de su partido el haber recortado el déficit y sacado al Reino Unido de la Unión Europea.
En una causa recurrente, prometió ayudar a los agricultores y devolver las exenciones fiscales a los propietarios de granjas más ricos que ha eliminado el Gobierno laborista de Keir Starmer. Apoyó recortar el número de funcionarios y aplicar más mano dura contra los delitos callejeros, con una nueva política de registros aleatorios en las calles, copia de la política de “stop and frisk” aplicada en Nueva York hace más de dos décadas, que fue declarada inconstitucional y hoy sigue siendo polémica.
Badenoch defendió eliminar los objetivos de recorte de emisiones y volver a las perforaciones en el mar del Norte para sacar más petróleo: el “drill, baby, drill” de Estados Unidos, convertido en un más soso “drill our oil now” (“extraigamos nuestro petroléo ahora”).
En un mensaje más tradicional de la derecha, la líder del Partido Conservador también prometió recortes en impuestos. Entre muchos aplausos, anunció su promesa de la eliminación completa en Inglaterra e Irlanda del Norte del impuesto sobre la compra de una vivienda, el equivalente al impuesto de transmisiones en España y que tienen la abrumadora mayoría de países en Europa, con excepciones como Andorra y Mónaco.
El desplome 'tory'
El Partido Conservador, que ha seguido hundiéndose en apoyo popular después de obtener en julio de 2024 los peores resultados de su historia en unas elecciones generales, corre el peligro de ser sustituido por Reform. El partido de extrema derecha de Nigel Farage ya consiguió cientos de concejales a su costa en las elecciones locales celebradas en mayo, y es el primer partido en intención de voto.
Badenoch, líder del partido desde hace un año tras la dimisión de Rishi Sunak, está perdiendo ya hasta los apoyos de quienes la eligieron. Cerca de la mitad de los miembros del partido creen que no debería ser la cabeza del grupo para las elecciones generales, previstas para 2029. Los tories se debaten entre apoyar a Jenrick, finalista en la votación interna de hace un año, y fusionarse con Reform.
Mientras la extrema derecha de Farage crece, el Partido Conservador intenta ahora competir en su terreno y da la espalda definitivamente a algunas de las políticas que ha sostenido el partido en la última década.
La política migratoria, cada vez más dura, y el rechazo de las medidas contra el cambio climático suponen una ruptura con las ideas de Cameron e incluso de Boris Johnson. El viraje ya lo había empezado Sunak en los últimos meses de su malogrado Gobierno, pero Badenoch ha ido ahora más lejos con las propuestas de lo que queda del partido, que tiene ahora 119 diputados frente a los 365 que ganó en la legislatura anterior.
El partido dominante durante dos siglos apenas tiene ahora un 16% de intención de voto y, con el sistema electoral nacional, que elige a un solo diputado por circunscripción, corre el riesgo de quedarse en la Cámara de los Comunes con un puñado de parlamentarios, por detrás de Reform, el Partido Laborista y el Partido Liberaldemócrata.
Badenoch, que ha evitado criticar a Trump y a Elon Musk incluso frente a la incitación a la violencia, intenta de un lado cortejar a los posibles respaldos que llegan desde Estados Unidos, y de otro emular algunas de sus políticas. La estrategia es arriesgada en un país donde Trump es uno de los líderes extranjeros más impopulares, según los datos de la encuestadora YouGov. Los más populares en el Reino Unido son Barack Obama y Volodímir Zelenski.
Algunos tories intentan hasta imitar el tono más chistoso de Trump. En su discurso, Jenrick empezó hablando de “cuatro rubias”, incluida la efímera primera ministra Liz Truss, que ahora intenta hacer carrera con los aliados de Trump en Estados Unidos. Pero las risas eran escasas incluso dentro de la audiencia conservadora en Manchester.
Jenrick ha centrado la atención esta semana por un comentario que hizo en marzo y revelado ahora por el diario The Guardian. El portavoz de Justicia del Partido Conservador se había quejado entonces de que al llegar a una zona de Birmingham no había visto “ni una sola cara blanca”. Según él, esto mostraba la falta de “integración” de los barrios. Badenoch, londinense hija de nigerianos, salió a defenderlo y dijo que sus palabras estaban “sacadas de contexto”.