A finales del siglo XIX, el Océano Atlántico estuvo a punto de presenciar un episodio insólito en la historia. En plena guerra hispano-estadounidense de 1898, el Gobierno de Estados Unidos valoró la posibilidad de tomar como parte de una maniobra para debilitar a España y controlar sus rutas navales . La operación, que llegó a estudiarse con detalle, fue finalmente descartada tras una intervención diplomática del Reino Unido , decidido a mantener intacta su influencia comercial en la zona.
El plan formaba parte de una estrategia más amplia diseñada en Washington para cercar los últimos bastiones coloniales españoles. En los despachos de la Marina estadounidense se contempló que una ofensiva sobre el Archipiélago permitiría cortar la comunicación entre la Península y América, a