Para nadie es un secreto que se están generando las condiciones necesarias para el surgimiento del caudillismo. La violencia cotidiana y la inseguridad en las calles, la corrupción desbocada, la debilidad de los partidos políticos, la ausencia de ideas fuerza, la crisis del Estado, el relativismo de la clase media y la mediocridad de la clase dirigente. Todo confluye, todo nos conduce al cesarismo. Históricamente, somos propensos al autoritarismo, nos encanta que nos digan qué hacer, preferimos someternos al líder de turno. Nuestro pueblo repite, en todas las encuestas importantes, su apuesta por el caudillismo, por la mano dura, por el cirujano de hierro. Ahora bien, cuando esperamos que venga un César, terminamos recibiendo a Catilina, a un remedo de líder que termina hundiéndonos más en

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