Gustavo Almeyda llegó a Estados Unidos en 2001, como tantos cubanos que buscaron una nueva vida lejos de la isla. Su historia no es solo la de un migrante que logró salir adelante, sino la de un hombre que hizo del servicio a los demás su propósito.

Desde su llegada, Almeyda ha dedicado su vida a proteger, ayudar y servir, primero como soldado del ejército estadounidense, luego como oficial de policía y, desde 2015, como bombero en el Departamento de Miami Beach.

“Siempre me ha gustado ayudar y retribuir a la comunidad y al país”, afirma con orgullo. Para él, servir no es un trabajo, sino una forma de vida. Su historia refleja el espíritu de miles de inmigrantes que encontraron en Estados Unidos no solo un refugio, sino un espacio para aportar con esfuerzo y compromiso.

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