Javier Milei junto a Xi Jinping, actual presidente de China.

Scott Bessent y Donald Trump.

Entre muchos otros (como anexar Canadá o adquirir Groenlandia), Donald Trump tiene entre ceja y ceja un objetivo confeso: recuperar Sudamérica como mercado económico y coto político, para lo cual no ahorrará métodos disuasorios frente a gestiones nacionales permeables .

Tras décadas de “descuido” de sucesivas administraciones estadounidenses y de decadencia económica, el republicano pretende recrear la grandeza del imperio y para ello debe expulsar de la región a la potencia emergente: China , que con inversiones multimillonarias y concesiones ha seducido a gobiernos sudamericanos de las ideologías más variadas.

El swap acordado entre el Tesoro norteamericano y el Ministerio de Economía de

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