La Chocolatera
Ilustres lectoras, ilustres lectores
Hace poco más de un mes, las usuarias de mi centro de salud -que mantendré en secreto, en aras del anonimato necesario para mantener esta columna desde la que os saludo- entramos en júbilo. Tras varios meses, volvimos a contar con médico de cabecera.
¿Qué es absurdo que nos alegremos por tener un médico de cabecera? Imagínate no tener una figura de referencia para que te atiendan si tienes alguna dolencia. Imagínate ir, como una pelota de pin-pon, de médico en médico, a expensas de que haya un hueco para atenderte.
La alegría duró poco. Ese reemplazo también se ha ido. ¿Y ahora qué?
Llegar un día a tu centro de salud y que la sala de tu profesional, un lugar que se supone es uno seguro para los pacientes, esté vacía. Y así, día tras