Álvaro García Ortiz declaró como imputado durante casi hora y media ante el juez Ángel Hurtado en el Tribunal Supremo. Una comparecencia en la que solo contestó a las preguntas de los Abogados del Estado y en la que fue claro al negar que filtrara la confesión de Alberto González Amador a la prensa: “ Rotundamente no ”, dijo cuando fue preguntado directamente. Una comparecencia en la que acusó a Miguel Ángel Rodríguez de difundir información “evidentemente falsa” sobre el caso y en la que explicó que todos los fiscales estaban de acuerdo en emitir una nota de prensa, la que desencadenó esta causa judicial: “Lo que hay que hacer es desmentir”.

“Creo que la mentira no puede ser nunca un secreto”. En su primera intervención, el fiscal general anunció su principal línea de defensa: que el propio González Amador y su entorno, encabezado por el jefe de gabinete de Isabel Díaz Ayuso , fueron los primeros en romper la confidencialidad de las negociaciones de su abogado con la Fiscalía en un caso de fraude fiscal. Y que él actuó, a través de una dación de cuentas, para obtener información del caso y desmentir la información “evidentemente falsa”, no para perjudicar al empresario.

“El señor González Amador es un ciudadano como todos, con la plenitud de sus derechos legales y constitucionales”, señaló el fiscal general. En la noche del 13 de marzo del año pasado, cuando según Hurtado el fiscal general filtró esa confesión a los medios, él se limitó a recopilar información para desmentir bulos: “Se está extrayendo una mentira, el fiscal nunca ofreció un pacto de primeras al investigado”.

También desarrolló su otra gran línea de defensa además de la falta de pruebas y la ruptura previa de la confidencialidad: que para cuando él obtuvo toda la información los medios ya tenían y estaban publicando su contenido. “Cuando todavía estoy leyendo ese correo me informa la jefa de prensa que hay un medio, La Sexta, que a las 22:10 dice que la información de El Mundo no es cierta”.

García Ortiz también dedicó parte de su declaración a justificar que borrara los mensajes de su móvil una vez abierta la causa, enmarcándolo en una medida habitual de seguridad y protección de datos. “Yo borro todo, absolutamente todo, de una manera absolutamente regular”.