Alharacas, de entrada; gaseosa, de postre. Hablamos de Podemos . Se les va la fuerza por la boca. Y así hasta que se acabe la legislatura, que va para largo. Atrapan titulares para desesperación de Sumar , desatan incertidumbres calculadas, generan nerviosismo en muchos sectores económicos a quienes desconciertan por su estratégica indecisión, pero acaban sumisamente entregados a la causa de la investidura. Ladran, no muerden. Lo acaban de demostrar sacando del atolladero en dos votaciones de particular trascendencia a un Gobierno renacido de sus cenizas del pasado verano. Lo hacen asistidos de argumentos tan peregrinos como escapistas para evitar el mal de altura de un retrato junto a la derecha. Otra daga, en suma, que avinagra las esperanzas del PP, enjaulado entre la despreciable

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