La autora de esta columna sostiene que no debiera causar sorpresa que algunos artistas urbanos hagan noticia por sus vínculos con el delito, porque ya venían dando cuenta de ello en sus letras y redes sociales. Algo que, por cierto, es un fenómeno internacional. Dice que “escuchar la música urbana chilena es entender qué tipo de país estamos construyendo y qué grietas deja a la vista el micrófono de quienes crecieron entre balazos, esquinas sin oportunidades y trayectorias escolares truncadas. Lo que nos debería preocupar es por qué existe una juventud que no cree en las promesas del mérito, no se reconoce en los discursos institucionales y cómo hicieron de la música un archivo oral de la violencia”.

Créditos imagen de portada: reproducción video oficial «Todo k ver»

En el último tiempo,

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