De política y cosas peores
He aquí un curioso episodio. Cuando Juárez pidió la ayuda de los gobernadores a fin de combatir al invasor francés, el de cierto Estado del centro del País ofreció aportar un cañón para la causa. Desgraciadamente, dijo, el tal cañón no funcionaba muy bien que digamos. Apuntaba hacia un lado y la bala salía hacia el otro, y a veces hacia atrás, causando estrago entre las tropas leales. A fin de compensar tal deficiencia, gustosamente su Estado ofrecía también las oraciones de sus habitantes en petición de ayuda celestial para obtener la victoria final sobre los enemigos. Don Melchor Ocampo, tras escuchar tan generoso ofrecimiento, se dirigió al secretario que haría el acta de la reunión y le dijo: “Anote usted que el señor Gobernador ofrece dos carabinas de Ambro