—Hermoso perro —dije. O sea, parece que no dije: grité. Me di cuenta por el susto que se pegó el pobre hombre. Creo que estuve varios tonos por arriba de lo necesario para un comentario casual en el parque. Es que ya es domingo por la noche, y llevo varios días sin escuchar mi propia voz . A veces pienso que ya no voy a acordarme cómo suena.
El mensaje de mi amiga irrumpe en medio de la tercera temporada de la novela turca, y quiero ir corriendo a visitarla, aunque sea muy tarde. ¿Cuánto hace que no nos vemos? ¿Por qué no la llamé esta semana?
Durante muchos años deseamos la soledad como se desean los bienes escasos. Llegar a casa y estar sola, y que no me hablen. Que nadie me pida nada. Poder tirarme a leer o no hacer nada sin que me miren o me juzguen. No compartir el baño ni el cont