Todo lo ocurrido con esta ridícula e insensata chapuza marítima está en perfecta correlación con el conjunto de lo que sucede en España bajo este nefasto Gobierno del PSOE , encabezado por el traidor y corrupto Sánchez .
A su regreso, una de las máximas exponentes de este despropósito ha sido Ana María Alcalde , granadina, conocida como Barbie Gaza . En ese error que determinados medios de comunicación y redes sociales repiten inevitablemente, se la ha entrevistado formulándole preguntas con la ingenua intención de que reflexionara sobre su experiencia y las motivaciones que la llevaron a protagonizar esta hipócrita farsa.

Y aunque lo ideal habría sido ignorarla -no dar pábulo a su hazaña- , hay un lado positivo: al hacerlo, se ha evidenciado la estupidez humana en su máxima expresión. Se revela así la inutilidad de cualquier intento de reflexión, la carencia absoluta de autocrítica, la negación de su propia hipocresía, extensible al conjunto de los participantes de la flotilla.

Exceptuando, claro, a los etarras y a otros cuya presencia se mueve entre la vileza, la maldad y el agitamiento político destinado a dañar a España.

Queda aún la incógnita de quién financió toda esta mascarada y qué compensaciones recibieron. Porque da igual que se le pregunte por la inexistente ayuda humanitaria, que se le pida definir o admitir a Hamás como organización terrorista o que valore si las víctimas del 7 de octubre tenían derecho a la vida. Niega, esquiva o relativiza las violaciones, los asesinatos de niños, los rehenes, las mentiras sobre el trato recibido… Todo le da igual.

Barbie Gaza, o sea Ana María Alcalde, niega hechos probados en una extraordinaria demostración de esa estupidez infinita , donde cualquier intento de análisis riguroso resulta inútil.

Para comprender a esta banda de facinerosos sólo cabe acudir a la filosofía y la psicología. Decía Schopenhauer que «la estupidez es una enfermedad inherente e incurable que se manifiesta en todas las esferas de la vida, desde los poderosos hasta el ciudadano común. La sociedad moderna la alimenta mediante la tecnología, el entretenimiento y el consumo , que anestesian intelectualmente a las masas y crean una ilusión de felicidad que las aleja de las preguntas fundamentales de la existencia».

Y añadía Nietzsche que «la estupidez no es sólo falta de inteligencia, sino resistencia activa a la verdad y al pensamiento crítico, caracterizada por una seguridad injustificada y un miedo profundo a la duda y al cambio. Se manifiesta en la actitud de rebaño que prefiere la comodidad del grupo y el egoísmo intelectual de quien cree poseer la verdad sin esfuerzo, y se ha vuelto rentable en una sociedad que premia el ruido y la emoción sobre el argumento y la reflexión».

Así, lo de la flotilla y la razón por la que Sánchez recibe el apoyo de golpistas, etarras y una parte de la sociedad se explican por dos factores: la maldad encubierta en intereses espurios y perniciosos para España, y la infinita estupidez de una masa social y mediática inmune a la mentira, la corrupción y la incompetencia.

Todo forma parte de un lote perfectamente estructurado y planificado para que el resultado sea el que es: el virus de la estupidez , para el cual no existe cura . Por eso ocurre lo que ocurre, y seguirá ocurriendo, en una dinámica de acontecimientos difícil de revertir.

No hay esperanza contra los entupidos, contra esta flotilla y las venideras. No hay cura para las Barbie Gaza ni sus congéneres. Sólo queda confiar en que quienes aún no están contaminados por el estúpido virus logren mantener lejos del poder a esta legión de imbéciles redomados .

Ora pro nobis.