La casa de Luna Giardina y su madre Mariel Zamudio en barrio Villa Serrana, en la zona norte de la ciudad de Córdoba, permanece detenida en el tiempo: los tres perros que tenían siguen resguardando una triste quietud tras el doble femicidio que las tuvo como víctima.

Los vecinos dan notas a los medios de comunicación y una sábana tirada en el patio recuerda la mayor crueldad de un crimen que conmocionó al país. El mismo patio donde hasta hace unos días jugaba P., hijo de Luna y del único acusado del hecho, el uruguayo Pablo Laurta.

Tras el doble femicidio, el niño llegaba anoche a esta provincia para quedar a resguardo de la Secretaría de Niñez Adolescencia y Familia (Senaf), organismo que determinaría con quién pasaría su primera noche en Córdoba, mientras se analiza junto a la justicia

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