Si la 'cumbre de paz' organizada en Sharm el-Sheij por Egipto junto a Estados Unidos, Turquía y Qatar ha centrado el foco de la actualidad internacional, su claro protagonista ha sido sin ninguna duda el presidente estadounidense Donald Trump.
De forma más o menos intencionada, y después de darse un baño de aplausos y peloteo en el parlamento israelí, Trump comenzó su show ya en el recibimiento a los líderes internacionales en una cumbre que algunos de los periodistas presentes han dicho que, por momentos, parecía una fiesta de cumpleaños del propio Donald Trump .
Los apretones de manos son importantes para Trump. Por lo que sea. Y es ahí donde le gusta mostrar que tiene poder (mucho poder) e incluso si le es posible tratar con condescendencia aprovechando su altura a “algunos de los líderes más poderosos del mundo”, como él mismo los describe. Una de sus primeras víctimas fue el presidente de la República francesa, Emmanuel Macron, en un saludo que podría confundirse con un pulso, un baile o un duelo de una nueva arte marcial.
También tuvo su momento el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, en un apretón que fue casi de los más cordiales, así lo ha definido el propio Sánchez, y en el que ninguno de los dos líderes políticos dejaron de sonreir.
Un poco más raro sí que fue el apretón de manos que Trump mantuvo con Viktor Orban, presidente húngaro. En teoría aliado de Trump y conectado con él tanto ideológicamente como en sus políticas autoritarias, Orban se mostró incluso contrariado ante el largo apretón de manos que recibió cuando, al terminar, miró a Donald Trump como diciéndole: “¿Ya hemos terminado?”.
Más breve pero no por ello menos llamativo fue el momento entre Trump y el representante de Emiratos Árabes. “Un montón de dinero. Dinero ilimitado”, afirmó Trump mientras le señalaba.
Pero como siempre, en todas las fiestas siempre hay un invitado sorpresa. Después de que Donald Trump saludase al presidente de la Autoridad Nacional Palestina, Mahmoud Abbás, apareció por allí una figura que, sin ser un líder internacional, parece tener mucha sintonía con el presidente de EEUU. El presidente de la FIFA, Gianni Infantino, se paseó por la ciudad balneario de Sharm el-Sheij, muy cariñoso con Trump, aunque todavía no sabemos si en busca de hacer negocios o, tal vez, de organizar un amistoso entre las selecciones de fútbol de Israel y Palestina.
Hay que tener en cuenta que, ya antes de comenzar este “besamanos”, En un recibimiento al presidente de EEUU por parte de su homólogo egipcio, Abdelfatah Al Sisi, en el que estaban también presentes el secretario de Estado Marco Rubio, el enviado especial de EEUU para Oriente Medio, Steven Witkoff, y el yerno de Trump, Jared Kushner, Trump tuvo un momento de esos en los que revela su narcisismo desmesurado. Mientras Rubio señalaba que el día de ayer era “probablemente” uno de los más importantes de los últimos cincuenta años, Trump llegó a interrumpirle para cuestionarle: “¿Solo cincuenta?” Ante una llamada de atención así de su jefe, Rubio no pudo más que aceptar: “Tal vez cien”.
MARCO RUBIO: This is probably one of the most important days for world peace in 50 years. That's not an exaggeration TRUMP: Only 50? RUBIO: Maybe 100
— Aaron Rupar ( @atrupar.com ) 13 de octubre de 2025, 17:08
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Una vez firmado el acuerdo, con los líderes de los cuatro países firmantes, Donald Trump, Abdelfatah Al Sisi, Recep Tayip Erdogan y el jeque Tamim bin Hamad al Thani, colocados al frente y los numerosos líderes internacionales a sus espaldas, entre los que se encontraba como uno más el secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, llegó el discurso de Trump. Y con él, otra ronda de momentos bizarros.
Sin duda destacó su presentación de la primera ministra italiana Giorgia Meloni. Trump, que avisó que “no tengo permitido decirlo, porque normalmente es el fin de tu carrera política”. Pero lo dijo: “Es una mujer guapa y joven”, y siguió “si usas la palabra guapa sobre una mujer es el final de tu carrera política, pero me arriesgaré”. La cara de Meloni era sin duda un poema, pero Trump se giró y le preguntó: “No te ofenderás si digo que eres guapa, ¿verdad? Porque lo eres”.
No fue la única situación atípica que vivió la líder de la ultraderecha italiana en una cumbre en la que la mayoría de sus asistentes eran hombres. En un momento de conversación a tres entre Meloni, el presidente francés Emmanuel Macron y el presidente turco Erdogan, este señaló después de decirle que la veía genial que tendría que “hacer que dejes de fumar”.
Otro de esos momentos aparentemente amigables pero tensos que dejó la cumbre fue aquel en el que Trump se refirió a España. El presidente de EEUU preguntó directamente a Sánchez: “¿Estáis trabajando sobre el tema del PIB? Nos acercaremos, pero estáis haciendo un fantástico trabajo” El mandatario se refería a su propia exigencia, lanzada hace apenas unos días, instando al Gobierno español a cumplir el 5% del PIB en gasto militar en los próximos años.
Pero una de las situaciones que más ha dado que hablar tras la 'cumbre de paz' ha sido la revelada por un micro abierto durante una conversación corta entre Trump y el presidente de Indonesia Prabowo Subianto. El líder asiático pedía directamente a Trump una conversación con su hijo Eric Trump, que tiene el cargo de vicepresidente ejecutivo en la Organización Trump. Tras ello, Subianto le comentaba algo a Trump al oído, a lo que el presidente de EEUU le daba las gracias. La conversación continuaba con el presidente indonesio diciéndole a Trump que seguirían en contacto y que hablaría “con Eric o con Don Junior”, ambos hijos del mandatario. “Me gusta que me lo hayas dicho”, terminaba Trump esta conversación captada a medias por los micrófonos.
Y es que llevarse bien con el presidente del país más poderoso del mundo puede suponerte beneficios. Lo señalaba el mismo Trump cuando se refirió al presidente de Hungría, Viktor Orban. “Amamos a Viktor. Eres fantástico, ¿verdad? Conozco muchas personas que no están de acuerdo conmigo, pero soy el único que importa”, aseguraba Trump al referirse al líder autoritario húngaro. Y añadió: “Es un gran líder. Le apoyé en la última elección que tuvo y ganó por 28 puntos. Lo harás incluso mejor esta vez cuando tengas otra elección”. Lo cierto es que el partido de Orban, el Fidesz, se encuentra en su nivel más bajo de popularidad de la última década. Tendremos que esperar hasta abril de 2026 para saber si el 'efecto Trump' es suficiente para que pueda mantenerse en el poder.