En los años de la Transición el veterano empresario y restaurador madrileño Arturo Fernández congregaba en sus salones a lo más florido de la clase política, económica y periodística. En sus fogones les daba de comer y allí se cerraron muchos acuerdos de Estado, entre ellos la Constitución del 78 con negociaciones hasta la madrugada entre los dos hombres fuertes del momento, Fernando Abril-Martorell y Alfonso Guerra. Se buscaba el consenso por encima de diferencias ideológicas.
El Rey Don Juan Carlos, Adolfo Suárez, Felipe González, Esperanza Aguirre, políticos de UCD, el PSOE y sindicalistas como Nicolás Redondo o Antonio Gutiérrez compartían mesa y mantel en un ambiente de discrepancia con respeto. Aquella época fue acuñada como «El espíritu de Nicolasa», nombre de uno de los locales de