Cuentan los vecinos más viejos de Cospeito que, en las noches tranquilas del verano, cuando el viento se queda dormido entre los juncos y el agua apenas sí parece respirar, todavía se pueden oír el tañido triste y lejano de las campanas hundidas. Son las campanas de Valverde, la villa que, según la leyenda, fue devorada por las aguas como castigo divino a la soberbia y la falta de compasión de sus habitantes. Bajo el manto azul verdoso de la laguna reposarían los cimientos de aquella ciudad, los tejados, las chimeneas e incluso la torre de su iglesia. Así nació, afirman, la laguna de Cospeito, uno de los parajes más misteriosos y hermosos de la Terra Chá lucense .
El relato, transmitido de generación en generación, habla de un pobre caminante que pidió cobijo en la antigua villa de Va