El presidente hará una exposición pedagógica y tratará de distinguir entre el dato y el ruido. Los socialistas creen que la debilidad de Feijóo le ha arrastrado a malgastar su última bala contra el Gobierno y ven en las encuestas y las audiencias de televisión una señal clara de recuperación entre su base social

El PP cita a Pedro Sánchez a declarar en la comisión de investigación del Senado por el 'caso Koldo' el 30 de octubre

Ni a la ofensiva, ni a la defensiva. Pedro Sánchez acude al Senado el próximo día 30, tal y como ha solicitado el PP en el marco de la comisión de investigación sobre el caso Koldo, convencido de que afronta un Vietnam: una sesión de trabajo presidida por un senador del PP, un formato en el que sus integrantes pueden interrumpir cuando quieran, una comisión en la que el compareciente ni abre ni cierra el debate y en el que cada grupo parlamentario puede intervenir durante 50 minutos. El escenario no puede ser más desfavorable, pero el presidente del Gobierno afronta el trance confiado de haber mitigado los efectos de la onda expansiva que le supuso el llamado caso Ábalos.

En la Moncloa barruntan que la oposición convertirá la sesión de la Cámara Alta en una especie de totum revolutum en el que se mezcle la trama de corrupción que operaba en el Ministerio de Transportes, la investigación del magistrado Juan Carlos Peinado a Begoña Gómez, la apertura de juicio oral al hermano de Pedro Sánchez por haber ocupado una plaza de personal de dirección en la diputación de Badajoz y hasta la citación ante el Supremo del fiscal general por un presunto delito de revelación de secretos, aunque este último caso no tenga nada que ver con los hechos que se investigan. No en vano, el Senado ya amplió el objeto de la investigación para que en ella cupiera todo lo que al PP, con mayoría absoluta en la Cámara, se le antojase o tuviera “relación directa o indirecta” con el asunto de la adjudicación de mascarillas desde el Ministerio de Transportes.

Aun así, en el equipo del presidente del Gobierno, que ya está volcado en la preparación de la documentación para la comparecencia del día 30, consideran que el desgaste por el caso Ábalos ya está descontado, “a pesar de que las portadas de los medios de derechas y las televisiones se empeñen en programar 24/7 formatos en los que solo se habla de putas, sobres, dinero en efectivo y una supuesta corrupción estructural en el Gobierno que es falsa”.

Quien así habla es un ministro socialista, que defiende también que “lo judicial ya no se come la agenda del día, a pesar de la realidad alternativa que se intenta proyectar desde algunos medios de comunicación”. De la misma opinión es otro integrante del Gobierno, para quien las audiencias de los programas informativos de TVE demuestran esta tendencia. En especial, en Madrid, donde el formato presentado por Silvia Intxaurrondo, ha alcanzado hasta un 50% de los espectadores de su franja habitual. Un dato que ha abierto una ventana de esperanza entre los socialistas madrileños, que ven a “Ayuso más inquieta que nunca” por el desgaste que le ha supuesto el fraude fiscal de su pareja y los negocios con la clínica Quirón, principal contratista de la Comunidad de Madrid.

El daño que Ábalos, Koldo y Santos Cerdán –en prisión desde el pasado julio– han causado, no obstante, al Ejecutivo es un hecho indubitable. Tanto, que en las filas del PSOE se reconoce que antes del verano la oposición logró dominar la agenda con este escándalo e incluso pescar en su caladero electoral. Una tendencia que, sin embargo, desde septiembre el Gobierno ha conseguido truncar con asuntos como Gaza o la ultra derechización del PP ante temas de especial sensibilidad social como son el aborto o la inmigración. No ocultan, no obstante, que la entrada en prisión del exministro y exsecretario de Organización del PSOE tras su última comparecencia ante el Supremo hubiera impactado cuál otra bomba de neutrones en la conversación pública y supuesto otro duro golpe para Sánchez. Al fin y al cabo, como Cerdán, el exministro fue durante años persona de su máxima confianza.

Aunque la acusación popular pidió su encarcelamiento, la Fiscalía no lo hizo y, por tanto, Ábalos salió esta semana finalmente en libertad con las mismas medidas cautelares que ya se le habían impuesto. El exministro había sido llamado a declarar ante el magistrado Leopoldo Puente tras un último informe de la UCO sobre los pagos que el PSOE le transfirió en efectivo por sus gastos como dirigente del partido y un descuadre entre lo declarado por el partido y sus movimientos. Pero nada apunta, de momento, ni a la financiación ilegal del PSOE ni al pago de sobresueldos con dinero opaco, a pesar de que son estas expresiones habituales en la ofensiva del PP contra el Gobierno.

Los informes de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil se han convertido en material de desgaste contra el Gobierno, en especial los que revelaron los audios grabados por Koldo García sobre el reparto de dinero de las presuntas mordidas, las últimas entregas no han aportado mucho más a la investigación. Y tampoco los seriales de algunas webs y programas de televisión sobre catálogos de prostitución, declaraciones de ex misses sobre su relación con Ábalos, testimonios del personal de servicio doméstico o entrevistas con exmujeres.

Sobre los pagos en metálico del PSOE a Ábalos y Koldo por gastos que el partido asegura que fueron justificados debidamente tendrán que dar cuenta en el Senado antes de la comparecencia de Sánchez los gerentes del partido. Pero, aunque las fotografías de los sobres con el logo del PSOE y el dinero en efectivo que aparecen en el último informe de la UCO invitan a pensar en una falta de control sobre las cuentas del partido, lo cierto es que hay varias instituciones del Estado, incluido el Senado, que funcionan con este sistema primitivo en lugar de con las habituales transferencias bancarias.

Feijóo, tras año y medio de titubeos, ha decidido utilizar esta última revelación de la UCO como su última bala contra Sánchez y llamarlo a comparecer en el Senado, como si esta fórmula de pago fuera la prueba irrefutable de un delito palmario de financiación ilegal sobre el que los investigadores no han dicho aún una sola palabra.

La decisión del presidente del PP coincide con el auge de Vox en los sondeos a costa de un notable descenso de los de Feijóo y con las dudas que su estrategia y su liderato vuelven a suscitar entre sus propios barones, además de entre algunos de sus principales referentes mediáticos. Una circunstancia que no ha pasado desapercibida en el Gobierno, donde insisten en que pese al empeño de la derecha “en hacer creer al ciudadano que vivimos rodeados de corrupción, lo cierto es que el de Ábalos/Cerdán/Koldo es un caso gravísimo, pero encapsulado y de baja intensidad. Condenable, sin duda, pero que en absoluto justifica las hiperbólicas acusaciones de la derecha, entre otras cuestiones porque nada más conocerse las primeras informaciones, el PSOE actuó de inmediato y expulsó del partido a los investigados”.

Sea como fuere, Sánchez sabe que la derecha tratará de proyectar el próximo día 30 una imagen de debilidad del presidente durante su comparecencia y que lo que le toca ante esa cita es “estudiar mucho y sufrir más”, reconocen en su propio gabinete. El presidente está obligado a decir la verdad y no podrá acogerse, como los investigados, a su derecho a no declarar. De ahí que entre la documentación que La Moncloa prepara para la sesión estén todos los autos sobre el caso Ábalos, pero también los escritos presentados por las defensas de su esposa y su hermano, a sabiendas de que serán también materia de la comparecencia. Todo indica que sus respuestas a la catarata de preguntas a la que se enfrenta tendrán carácter jurídico, más allá de la narrativa que pretenda instalar y que, como es obvio, desde la Moncloa evitan desvelar con detalle.

Lo que sí se sabe es que Sánchez conoce la materia con profundidad, más allá de las fichas que su equipo está elaborando para las respuestas. “Buscamos vertebrar la conversación para que se distingan los datos del ruido y el fango de la realidad”, explica un miembro del gabinete presidencial, que augura que tras la comparecencia de Sánchez también se distinguirá entre la responsabilidad institucional de un presidente de Gobierno y “los bulldogs que el PP tiene como senadores” y que han hecho del Senado, y en especial de la comisión sobre el caso Koldo, “un espacio sucio en el que la conversación es imposible y al compareciente se le interrumpe con malos modos”.