En un rancho solitario cercano a Elephant Butte, Nuevo México, vivía David Parker Ray (1939), un mecánico para los parques estatales, aparentemente común, hasta que su vida secreta estalló en una de las investigaciones criminales más espeluznantes de Estados Unidos .
Ray ganó el macabro apodo de "El asesino de la caja de juguetes" (“Toy Box Killer”) por una cámara de tortura que él mismo armó dentro de un semirremolque, donde secuestraba, violaba y torturaba a mujeres, según declaraciones suyas y testimonios de sobrevivientes.
Desde su infancia, Ray estuvo marcado por un ambiente de maltrato: vivió con sus abuelos, su padre alcohólico lo visitaba ocasionalmente y le entregaba revistas pornográficas sadomasoquistas, lo que contribuyó al desarrollo de fantasías violentas sexuales.