Una semana después de que el Río Cazones inundara Poza Rica, los habitantes de la ciudad se han unido para reconstruir su comunidad. Sin apoyo del gobierno ni de instituciones privadas, grupos solidarios han improvisado cocinas comunitarias y redes de apoyo para ayudar a los damnificados. En la Plaza Cívica 18 de Marzo, un grupo de mujeres de la zona alta, que no sufrió daños, ha establecido una cocina comunitaria con lo que tenían a mano: ollas, tanques de gas, arroz, sardinas y pollo donado. Patricia Cervantes, integrante de Voluntarios Poza Rica, comentó: “No fuimos afectadas, pero sentimos la necesidad de hacer algo. Nadie nos mandó, esto nació de nosotras”. Desde el sábado, preparan alimentos y los distribuyen en las colonias más afectadas por la inundación. Ingrid, una joven de 20 años, expresó: “Si a mí me hubiera pasado, me gustaría que alguien me ayudara. Lo hacemos de corazón”. El punto de acopio recibe donaciones de vecinos y comercios locales, así como de municipios cercanos como Misantla y Papantla, que envían agua, cloro y productos de limpieza. La coordinación se realiza a través de redes sociales como Facebook y TikTok, donde documentan las entregas y solicitan más apoyo. A pocas cuadras, la parroquia de la Divina Providencia ha abierto sus puertas como centro de acopio y refugio espiritual. A pesar de que el templo también se inundó, el padre José Miguel Baltazar Rodríguez continúa su labor altruista en colaboración con Cáritas, distribuyendo víveres y ofreciendo apoyo emocional. “Aunque también nos inundamos y perdimos cosas materiales, seguimos aquí, porque la gente necesita tanto alimento como esperanza”, afirmó el sacerdote. La red parroquial trabaja en conjunto con otras iglesias para ofrecer espacios de escucha a quienes aún no asimilan la pérdida. “No tenemos las soluciones, pero compartimos el mismo sufrimiento. Escuchar y acompañar también cura”, agregó Baltazar. Los vecinos damnificados han coincidido en que estos esfuerzos, tanto ciudadanos como religiosos, son una respuesta a la falta de apoyo oficial. Mientras las familias limpian sus casas con cubetas y escobas, los voluntarios continúan repartiendo comida y agua en las calles, que aún presentan restos de fango. El padre Baltazar pidió paciencia a los vecinos: “Las ayudas van a llegar, pero mientras tanto debemos ayudarnos entre nosotros.”