En las crónicas que la rusa Elsa Triolet firmó para la revista parisina Regards sobre el sufrimiento de los republicanos españoles que cruzaban la frontera con Francia, derrotados por el rumbo que tomaba la Guerra Civil, la escritora se emociona al toparse con una niña que le corta el paso y que intenta atarse, con torpeza, “el cordón de un zapato sorprendentemente gastado”. Al contemplar a la pequeña, Triolet alberga el impulso de “sacarla de allí, llevarla a un lugar donde no lloviera y ponerle unos zapatos secos. Y darle juguetes y una muñeca. No se me permitió”, lamenta la narradora, que años más tarde sería la primera mujer que ganó el Premio Goncourt, y que ante la indolencia con que los franceses recibían a los vencidos en 1939 confiesa: “Perdí mi corazón frente a la estación
‘Lo contaron al mundo’: una nueva mirada en la batalla

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